“Me relaciono con Javier Milei como corresponde, porque así lo decidió el pueblo argentino”, afirmó, marcando distancia de cualquier conversación paralela. Sin embargo, no se privó de lanzar dardos contra Milei, criticando su hábito de tildar a opositores de “cucarachas”.

“Las palabras construyen realidades, y eso no ayuda”, sentenció Boric, recordando encuentros previos con el presidente argentino en el cambio de mando en Buenos Aires y en la cumbre por la paz en Ucrania.

El intercambio expuso la fragilidad de la relación bilateral, tensionada por diferencias ideológicas. Boric subrayó la importancia de la cooperación con Argentina, dada la extensa frontera compartida, pero su desmentido sobre Kicillof levanta sospechas.

¿Por qué negar ahora un contacto que antes parecía un orgullo? El presidente chileno, en su afán por mostrarse respetuoso de las instituciones argentinas, dejó claro que no hay lugar para manejos informales. En la misma jornada, Boric evocó a José Mujica y al papa Francisco como faros de valores humanitarios, junto al presidente brasileño Lula da Silva.

Mientras, en Nueva York, su defensa de la formalidad diplomática buscó cerrar un capítulo de especulaciones. La relación con Argentina sigue bajo la lupa, con Boric obligado a navegar entre el respeto institucional y las chispas con Milei.