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No tiene de qué agarrarse

Un fracaso total: a días de dejar La Moneda, Boric no logró equilibrar la balanza y las promesas incumplidas se acumulan

El presidente más joven de la historia chilena cierra su gestión con apenas un treinta por ciento de aprobación y una lista de deudas sociales, económicas y políticas. (Foto: ChatGPT-IA)

El entusiasmo que rodeó la llegada de Gabriel Boric al poder en 2022 se desvaneció mucho antes de terminar su mandato. A tres años y medio de asumir como el jefe de Estado más joven de Chile, el líder del Frente Amplio enfrenta un cierre marcado por frustraciones y promesas incumplidas.

Con una aprobación que ronda el treinta por ciento, el mandatario deja una gestión que nunca logró consolidar ni el impulso reformista ni la confianza ciudadana que lo llevó a La Moneda.

De aquella agenda transformadora apenas sobreviven algunos logros sociales, como la reducción gradual de la jornada laboral y la política de copago cero en salud. Pero la lista de tropiezos es más extensa: dos procesos fallidos de reforma constitucional, un escándalo de corrupción que golpeó a su propio bloque y una crisis de seguridad pública que se agravó pese a los intentos del Ejecutivo por frenarla.

El rechazo del plebiscito constitucional de 2022 fue un golpe temprano para el gobierno. Boric apostó su capital político a ese proceso, que terminó en derrota. “Fue una mala estrategia”, resumió la académica Mireya Dávila. El segundo intento, esta vez impulsado por la derecha, también fracasó un año después. Así, la principal promesa del estallido social de 2019 quedó sin resolver.

En 2023, el Caso Convenios volvió a poner a la administración en aprietos: la investigación por contratos irregulares entre el Estado y fundaciones vinculadas al oficialismo deterioró la imagen de transparencia que Boric buscaba proyectar. Mientras tanto, la delincuencia y el crimen organizado se convirtieron en el principal reclamo ciudadano. Aunque el gobierno aprobó decenas de leyes de seguridad y destinó más fondos a las policías, la percepción de ineficacia persiste.

A esto se suman los lentos avances en la reconstrucción tras los incendios de Valparaíso: en agosto de 2025, el ministro de Vivienda admitió que solo se había cumplido el siete por ciento de lo previsto. Para muchos, esa cifra simboliza la distancia entre los discursos y los resultados del gobierno.

Sus aciertos —como la reforma previsional o la aprobación del royalty minero— no alcanzaron para revertir la sensación de desgaste. Analistas coinciden en que la inexperiencia, los errores de gestión y las pugnas internas minaron su capacidad de conducción. “Llegaron antes de madurar políticamente”, admitió Dávila.

Con la sucesión en marcha y sin posibilidad de reelección inmediata, Boric busca cerrar su mandato con algunas leyes pendientes, como las de eutanasia y aborto legal. Aun así, su futuro político dependerá de un factor que no logró consolidar en el poder: una base sólida y un relato convincente que lo sostenga más allá del desencanto.

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