En este contexto, Bachelet señaló que la sociedad chilena está profundamente fragmentada y polarizada políticamente. “La ciudadanía siente enojo hacia la política, la inseguridad y los desafíos cotidianos”, afirmó. Esta división, según la exmandataria, refleja una desconfianza generalizada que complica la convivencia y el progreso del país.

A pesar de descartar una tercera candidatura presidencial, Bachelet reflexionó sobre los retos de quienes aspiren a liderar Chile. Indicó que el principal desafío no radica solo en presentar programas ambiciosos, sino en reconstruir la confianza ciudadana con propuestas claras y resultados tangibles.

“La gente necesita esperanza creíble, no promesas vacías, y garantías de que sus avances no serán revertidos”, enfatizó, subrayando la importancia de mejorar la calidad de vida de las familias y las futuras generaciones.

En relación con la política, Bachelet comparó el escenario actual con el periodo posterior al retorno de la democracia, cuando el diálogo y los acuerdos fueron fundamentales para superar divisiones. “Hoy falta respeto y capacidad de encuentro entre nosotros”, advirtió, destacando que sin diálogo, la democracia y la paz social se ven amenazadas.

Además, la expresidenta abordó los resultados del estudio “Subjetividades ciudadanas en el Chile actual”, elaborado por su fundación Horizonte Ciudadano.

Según el informe, basado en encuestas universitarias, predomina un sentimiento de desencanto: los chilenos solo se sienten unidos en eventos como los Panamericanos, los partidos de la selección de fútbol o las Fiestas Patrias. En la vida diaria, sin embargo, persiste la percepción de que cada uno debe enfrentar sus problemas sin apoyo colectivo.

Finalmente, Bachelet cerró con una reflexión sobre el liderazgo, destacando la importancia de la honestidad en la gestión pública. “La ciudadanía no quiere líderes que solo busquen complacer, sino personas que actúen con seriedad y compromiso para lograr resultados efectivos”, concluyó.